martes, 26 de enero de 2010

MUERTE DE UNA DIVA (Cuento Eurovisivo)


La gran limousine frenó suavemente, con una calculada maniobra, para dejar la puerta de atrás alineada con la limpia y brillante alfombra, que invitaba a la Gran Diva, a la Estrella de la Noche, a acceder al interior del Teatro donde, los cientos de afortunados que pudieron conseguir una invitación para el mayor evento teatral de la temporada, la esperaban con devota impaciencia.


Un apuesto e impecable chófer le abrió la puerta y, con delicadas maneras, la ayudó a abandonar el lujoso automóvil.

Ella, entre flashes y entre los gritos y vítores de sus admiradores, con paso elegante y sereno, caminó, con medida elegancia, hasta la entrada, dejando a su paso un delicioso y denso halo de grandeza y glamour...

Había, ya, vivido otros momentos como aquel, aunque, realmente, aquella noche habría de ser única... especial... era su noche... su última noche...

La Prima Donna había decidido abandonar los escenarios cuando todavía se sentía portadora de ese magnetismo especial que, además de hacerla única, había logrado hacerla disfrutar de un estilo de vida, pasión y derroche que jamás, ella misma, hubiese imaginado.

Podría haber continuado, aún, algunos años más... su público... sus fieles... sus pretendientes y admiradores... su círculo social... todavía la reclamaban, la veneraban, la envidiaban...

Sí, podía aún haber continuado... y realmente lo deseaba... pero no.

Había llegado ya el momento. Abandonaría los grandes teatros, se despediría de los suyos y huiría de allí, de la ciudad, a algún delicioso y templado paraiso perdido, donde disfrutaría anónima y nostálgica del resto de sus días.

Aquella noche lo dió todo en el escenario.Se superó a sí misma en cada número, provocando suspiros y emociones entre el hechizado público, que seguía el espectaculo con un fervor que, en ocasiones, rozaba lo religioso.

Y llegó el último tema... la gran apoteosis de la noche...Las notas del piano se prolongaban eternamente y resonaban solemnes en todos los rincones de la sala.

Ella, desde su sobrio y sensual vestido, con un impecable tocado y una, siempre, dulce y juvenil voz, comenzó su canto que fue llevándolo, mágicamente, en un sorprendente in crescendo hasta un sublime final eclipsado prácticamente por BRAVOS y aplausos de sus extasiados seguidores.

Alzó la vista y se sumergió en el potente haz de luz que, el foco principal del escenario, vertía directamente sobre ella....

... pero súbitamente, la luz se convirtió en ocuridad.... y la profunda ovación en silencio....

Realmente había llegado hasta allí en un destartalado taxi de extrarradios conducido por un sucio, grosero y maloliente conductor que la había despedido, de muy malas maneras, llamándola "vieja borracha"

El suelo de la acera, que conducía a la puerta trasera del antiguo teatro, estaba alfombrado de basura, humedad, colillas de cigarrillos y alguna que otra sustancia desconocida y de aspecto desagradable.

Los únicos flashes que hicieron iluminar su noche... su gran noche, fueron los rítmicos parpadeos de una farola estropeada que, indecisa, no sabía si alumbrar o no la estrecha callejuela.


Entró en el solitario y abandonado auditorio con unas llaves que, en su tiempo, le había regalado uno de sus muchos amantes, uno de los gerentes de aquel lugar, creía recordar ella... un lugar donde ella tantas veces había brillado y deslumbrado como la gran estrella que día fue.

A oscuras, se subió al escenario, despeinada, vestida con lujosos harapos y, siempre, flotando en su sueño, viviendo su fantasía, interpretó, por última vez, todo su repertorio, sólo que, ahora, con una voz vieja, cansada y quebrada que hacía irreconocibles algunas de sus temas más populares...

A caballo entre su fantasía y su realidad, con el eco de los BRAVOS de su amado público, sonando aún en sus oidos... en su alma... y con una cálida lágrima recorriendo su arrugada y sucia mejilla, la Gran Diva, cayó sobre las polvorientas tablas del escenario y, en ese mismo instante, abandonó para siempre aquel mundo que tanta fama y gloria le había brindado, pero que, tambien, tan mal la había tratado en sus últimos momentos de vida...

Y, aún así, se marchó con una sincera sonrisa en su rostro.
Había acabado sus días encima de un escenario, tal y como ella siempre soñó, después de haber ofrecido a su público el más espectacular e inolvidable de todos sus shows...

Bravo Primadonna!!!

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